sábado, 7 de abril de 2012

Sin palabras.

Un gesto, una mirada, una sonrisa que desprende una alegría interna.
Nos entendemos sin palabras, con un lenguaje distinto al del conocimiento.
Sin frases que puedan ser malinterpretadas, sin énfasis en las vocales.

Cada vez más a menudo pienso que el lenguaje establecido es inútil. Conduce a error, a falsas esperanzas y vagas ilusiones. Es limitado para expresarnos. Podemos ser inconscientes de que lo que nos gusta realmente de aquellos a los que queremos son sus gestos. Las distintas formas que adopta su rostro al contarles una historia.
También son las expresiones corporales las que nos pueden producir aversión hacia alguien, un ademán de asco.

Todo lo que irradia de nosotros es lo que se encuentra en nuestro propio interior. No somos quienes decimos ser, sino aquellos que expresamos al movernos y sentir.

Glo.