miércoles, 20 de octubre de 2010

Un nuevo destino.

Rehice la maleta por quinta vez, las cosas parecían decididas a no caber en aquel reducido espacio. Me marchaba de la ciudad por tiempo indefinido, decidida a indagar sobre las gentes de unos y otros lugares. Conocer culturas. Saber un poco más de mi misma.

Todo había pasado súbitamente... El verano, el otoño, invierno, primavera, verano... Parecía como si hubiera entrado en un ciclo vicioso, sin poder parar, sin frenos, a punto de estrellarse en una de las curvas.

Por fin, todo encajó en el macuto. Un único bulto para un viaje sin billete de vuelta. Sólo quería desaparecer, esfumarme sin dejar rastro, sin nadie que pudiera seguirme. Huir de aquel inmenso monstruo de suciedad y pobreza gris.

Dirigí mis entumecidas piernas hacia la estación central, los humeantes vagones parecían llamar a mi encuentro. Subí sin ser vista a una maquinaria rojiza, su pintura descascarillada por el tiempo y la humedad evocaba tiempos mejores, pero eso no me detuvo.
El vagón se puso en marcha, sin importar a dónde. Había decidido un nuevo destino, un lugar desconocido que me cambiaría para siempre.
Aunque eso todavía no lo sabía por aquél entonces.


Glo.

domingo, 10 de octubre de 2010

Viento otoñal

Las hojas caen con suave susurro. Los mosquitos parecen dormitar en otras partes del mundo, tardarán en volver. El verano ha marchado dejando pieles bronceadas.


Un suave viento del norte surca los cabellos de innumerables gentes. Susurra palabras desconocidas, sabias sílabas que esconden el secreto de nuestra tierra. Un sol descolorido, unas nubes aborregadas...
El inicio de las primeras lluvias.


El sonido de una guitarra parece brotar entre los grises edificios. La música no se ha marchado para no volver. Parece triste y desafinada, acorde con la meteorología del día. Pero se quedará hasta primavera. Su relevo llegará puntual. Antes de que se agote y con tiempo suficiente para recuperarse hasta el siguiente año.


Los gigantescos árboles se irán desnudando poco a poco. Quedarán al descubierto en invierno, sin nada con lo que arroparse. Sólo sus finas y largas ramas quedarán intactas al paso del otoño.




Glo.