miércoles, 29 de septiembre de 2010

Brillos.

Entraba una tenue luz por la ventana, ella reposaba su cabeza sobre los cojines. Estaba despertando de un largo pero inquieto sueño.
Tenía los ojos llorosos y la sensación de haber estado corriendo durante horas. Se sentía extenuada.
Prefirió no ahondar en las profundidades del recuerdo, intentando ignorar lo imposible... Sabiendo que cuanto más intentara escapar de lo obvio antes le alcanzaría.
Recogió su largo pelo cobrizo en una coleta, se incorporó y trató de no pensar en nada.
Una suave melodía inundaba la habitación, y cada nota musical le recordaba lo inevitable. Todo sueño termina.
De una manera o de otra sabía que aquella situación idílica no se podría alargar durante mucho tiempo, pero en su fuero interno tenía la esperanza de no tener que preocuparse de contratiempos o situaciones agonizantes. Simplemente disfrutaba de los mejores momentos, sin pensar en el futuro, sin buscarle la imperfección a lo finito. Era feliz.

Ahora había dejado de escuchar la música para transladar todos sus sentidos a un tiempo pasado no muy lejano. Bastaba retrasar el reloj un par de meses.
Cada instante pasado estaba acompañado de una canción, una determinada sinfonía de notas musicales que describía el momento. Ahora ya solo quedaba eso: Recuerdos.
Imágenes retenidas en la retina de las vivencias.

Todo había transcurrido muy rápido, los acontecimientos habían atropellado al pasado presente. Parecía que el tiempo se detendría, que no haría falta esperar un futuro, el esperaría para nosotros. Todo fueron engaños, mentiras que te acabas creyendo.

Ahora no queda maldad, no queda odio... Ella solo guarda sentimientos de impotencia y decepción, quizás dolor por no haber abierto antes los ojos. Quizás por haber pensado que la persona amada era otra de la que demostró ser llegado el momento de enfrentarse con la realidad. El instante en el que el sueño se tornó pesadilla.
La desconfianza y la cobardía lo quebraron todo, el pasado, el presente... Aunque nunca un futuro, los segundos que aún no se han escrito y que en este instante ella escribe sobre el papel.

Fueron brillos de un pasado, recuerdos que relampaguearon en las pupilas estivales.




Glo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Agua.

Oigo caer las gotas de agua sobre el frío metal de la bañera.
Cada golpe es como una puñalada, un poco menos de tiempo para enfrentarse a los sentimientos.
Cada cristalina forma indica que se acerca el momento, un segundo.
Un instante que decidirá los momentos futuros de un presente algo borroso.
Un modo de afrontar lo que sucedió, una solución a los conflictos.
Intentado solucionarlo, sabiendo que, nunca se podrán evaporar los recuerdos que creamos y compartimos junto a otros.
Cada minuto muero, sin tus labios, sin más abrazos después de una dolorosa despedida.
Podría quedarme dormida, todo se difuminaría entre el sueño y la realidad, pero prefiero torturarme un poco más antes de saber cuál será la decisión final.
Noto las saladas lágrimas recorrer mi cara, sin saber cuál es el motivo exacto de tanta tristeza, alegría o añoranza...
Simplemente llego a encontrar una respuesta a todas mis preguntas, lo único de lo que estoy total y completamente segura.
Una cosa que solo tú puedes disfrutar ahora, simplemente dos palabras que hacen que todo lo demás pierda su sentido.
Solo un sentimiento, un Te Quiero.
Hoy no se acabará todo, solo hará que podramos volver a empezar.
Quizás nos esperen momentos abrumadores, en completa oscuridad y neblina.
Quizás solo esta decisión pueda empujarnos a vivir nuestro momento.
La dureza y la suavidad se vuelven a encontrar después de cada etapa, pero aprenderé de la primera y disfrutaré contigo de la segunda.
Hoy no importa nada más, sólo quiero estar aquí para cuando lo necesites, igual que sé que tú estarás ahí cuando no pueda continuar sin un cuerpo que me levante.
Solo confía en ti, en tus circunstancias, en saber que puedes superar hasta las más dolorosas heridas del amar.
Sabiendo que, te renovarás cada mañana al despertar juntos sobre la misma almohada.



Glo.