lunes, 19 de marzo de 2012

Huellas entre las flores

Cierta mañana de marzo cuando los pájaros comenzaban a cantar, Yuuki abrió los ojos aún somñolientos y supo en ese instante que debía salir a buscar aquello que tanto anhelaba: la naturaleza.
A pesar de vivir con sus padres en una granja con grandes extensiones de terreno por las que poder perderse, correr, gritar... Nunca se encontraba totalmente libre, era un pájaro dentro de una gran jaula en la que podía volar, pero de la que no podía escapar.

Bajó las escaleras descalza y se quedó en la puerta parada mirando como las flores de los almendros habían comenzado a brotar. Parecía increíble como las estaciones se sucedían sin pausa. Con este pensamiento, subió apresuradamente a su habitación e hizo un macuto con un par de mudas. Después se dirigió a la cocina, buscó su cuenco y los palillos que le había regalado su abuela el día de su decimosexto cumpleaños. También cogió comida y agua suficientes como para dos días. Por último, se dirigió al establo, con una sonrisa y se despidió de sus padres sin más demora.

Tenía unas ganas terribles de comenzar su propia aventura. Había pensado ir hacia las montañas, en esa época del año todas las praderas que allí se extendían habrían empezado a cubrirse de millones de colores. No podía dejar pasar la oportunidad.
Pero sabía que su recuerdo no sería duradero, que debía compartir todo aquello, saber que alguien dejaba su huella en ella, sentirse parte del mundo y dejar su propia huella en él. Esto le recordó inmediatamente a su amigo Haru, quien siempre había conseguido hacerla reír en los momentos más difíciles de su vida, un rayo de luz clara en un día oscuro y lleno de neblina.

Bajó al pueblo a recogerle, él no se pudo negar a la aventura propuesta se unió a Yuuki en su camino.Una vez juntos y listos, subieron por el desfiladero hacia la montaña. Querían perderse juntos en la inmensidad del mundo que se abría ante ellos.

Ahora ambos sabían que sus huellas no se borrarían como ocurre en la tierra mojada, perdurarían dentro del otro hasta el fin de sus días.


http://www.youtube.com/watch?v=IyCRJmerW1Q

Glo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Sobre la vida...

Tengo que decir algo, pero parece que las palabras no surgen.
Solo los gestos pueden ayudarme a desenredar esta maraña de mi mente. Sólo una mirada sincera que sabe lo que debe observar.

Parece increíble como una misma frase, leída por dos personas diferentes evocan distintos momentos de nuestras vidas. Esa frase que una vez relacionada con una vivencia, no podrá tener nunca otro significado para uno mismo. Aunque cada persona la dote de su propia interpretación.

Las palabras sobre el papel no cambian, nosotros sí. Todos somos diferentes a lo largo de nuestra vida y al mismo tiempo somos los mismos. El cambio estancado.

A veces volvemos la vista hacia atrás y no reconocemos aquella persona que solíamos ser. La inocencia. No quiero perder esa infancia en el pasado, quiero que me coja de la mano y me acompañe mientras ando.

No quiero olvidar el pasado, pero tampoco quiero que él sea quién escriba mi presente. Que de él dependa en quién me estoy convirtiendo a cada minuto.

Quiero ser capaz de perdonar a todo el que me hizo daño, quedarme libre de culpa. Dejar de exigirme tanto. Disfrutar más, dejar que todo fluya.

La vida es como un río en el que el agua nunca deja de moverse. Constante, discontinua...


Glo.