domingo, 17 de febrero de 2013

Amemos

Tenemos un arma más potente que el odio. Se llama amor, ese sentimiento que parece esconderse, que se acobarda con facilidad. Que nos crea tal plenitud que en su ausencia hace que nos encontremos al borde del acantilado, miedo a que desaparezca, que vuelva a esconderse entre las sábanas. Cuando se digna a aparecer todo es diferente, lleno de vida, de color, de esperanza,...
Parece que el amor es esa pequeña fisura, el resquicio por el que se escapa un suspiro. Pero aquel que es capaz de amar es fuerte, ha superado sus miedos y es capaz de ofrecérselo al mundo. Una sonrisa, un buen gesto de amabilidad, sin malicia, desinteresadamente.
Así pues, amemos, abracemos a nuestros amigos, digamos a los que apreciamos cuánto les queremos. Riamos, lloremos, vivamos... Pero sin miedo, dejemos que todo fluya, sin presión, agobios o prisa. 
Disfrutemos de esta vida que nos ha tocado vivir, a veces mejor otras peor, pero siempre con amor. Que nunca nos falte el amor.

Glo.

jueves, 16 de agosto de 2012

Sombras estivales

Las sombras se encogen desde el amanecer hasta que el sol alcanza su punto más alto en el cielo, entonces, comienzan a crecer hasta que todo se vuelve oscuro. La noche engulle hasta el último rincón del bosque, la luna y las estrellas solo iluminan pequeñas zonas.
Se oyen búhos, cazan rápidas alimañas que tratan de huir a ras de suelo. En un segundo ya no se oyen, han sido apresadas y devoradas con viveza. La noche continúa, en la maleza los lobos se deslizan raudos entre matorrales y algunas hojas que ya han empezado a caer. Aúllan, jadean, comen...
La oscuridad no deja tregua, es la peor enemiga de la presa, la mejor aliada de los cazadores nocturnos.

Las nubes se entremezclan con la luz, se deshacer con el fresco viento que sopla. Los árboles se mecen a su compás, sus hojas secas caen despacio. Huele a pino, roble y carne. Un estado puro de la naturaleza más primitiva que el humano aún no ha destruido. Los instintos sin la moral, la muerte por el hambre, la sed por necesidad y la vida por la supervivencia. Sin quejas, sin pensamientos, sin consecuencias colaterales. El instinto de la sombra.

Glo.

miércoles, 18 de julio de 2012

Mundos submarinos

El día empezó con una mañana nublada, llena de grises en el cielo. Era curioso sentir como el tiempo atmosférico a veces se solidarizaba con aquella que lo miraba.
Toda la jornada se continuó con una serie de prisas y nervios, compañeros y gotas de agua salada. Parecía imposible saber que después de unas horas despierta ella se encontraría con un cielo despejado, con un sol espléndido, con un Mediterráneo agitado pero con calma interior.
Ella descubrió un mundo subterráneo que parecía imposible conocer, una vida inmensa en un lugar aparentemente muerto en su superficie. Colores y formas imposibles de adivinar, sensaciones completamente distintas a cuando se encontraba en tierra firme. Había encontrado su medio, su paz.
La extensión gigante en un granito de arena salada.


Glo.

domingo, 6 de mayo de 2012

Regreso


Miro por la ventana, Chamartín. Atardece, el cielo comienza a enegrecerse. No se vislumbran estrellas, solo un pedacito de luna blanca.
El tren se mueve, la gente se bambolea con el traqueteo. Cierro los ojos, me concentro en la canción que voy escuchando. Me traslado...
Alguien me toca el hombro. ¡Helena! Perdimos el contacto cuando empezamos la universidad. Pauso la música, me quito los auriculares. Hablamos, reímos, recordamos. Atocha...
Intercambiamos los teléfonos, nos abrazamos. En la caótica estación todo se ve diferente.
Una coincidencia, una casualidad, un viaje que te recuerda quién fuiste algún día.

martes, 1 de mayo de 2012

Desconocida realidad

Parece extraño como las luces son cada vez más tenues, difuminan su halo en nubes de incertidumbre. Sigo caminando, no disminuyo el paso. Ando rápido, sin pausa, alterada, hacia ninguna parte. El pánico me persigue y no sé que hacer para despistarlo. Pronto me doy cuenta, es mi propia sombra.
Un desconocido me descubre en una esquina, tengo los ojos irritados y una expresión confusa en el rostro. Me consuela. Me ofrece apoyo y una cercanía que nuca antes me había dado nadie.
Es curioso, me siento mejor. Comparto mis vivencias con alguien ajeno a ellas, me ofrece otro punto de vista. Más objetividad, menos supersticiones.
Juntos nos movemos por la calle, intercambiamos historias. Pasan las horas, la tarde entera.
Vuelvo sobre mis pasos. Llego a casa sola sabiendo que nunca volveré a verle. Sabiendo que siempre será un desconocido en mi historia. Sin nombre que recordar.

Glo.


sábado, 7 de abril de 2012

Sin palabras.

Un gesto, una mirada, una sonrisa que desprende una alegría interna.
Nos entendemos sin palabras, con un lenguaje distinto al del conocimiento.
Sin frases que puedan ser malinterpretadas, sin énfasis en las vocales.

Cada vez más a menudo pienso que el lenguaje establecido es inútil. Conduce a error, a falsas esperanzas y vagas ilusiones. Es limitado para expresarnos. Podemos ser inconscientes de que lo que nos gusta realmente de aquellos a los que queremos son sus gestos. Las distintas formas que adopta su rostro al contarles una historia.
También son las expresiones corporales las que nos pueden producir aversión hacia alguien, un ademán de asco.

Todo lo que irradia de nosotros es lo que se encuentra en nuestro propio interior. No somos quienes decimos ser, sino aquellos que expresamos al movernos y sentir.

Glo.

lunes, 19 de marzo de 2012

Huellas entre las flores

Cierta mañana de marzo cuando los pájaros comenzaban a cantar, Yuuki abrió los ojos aún somñolientos y supo en ese instante que debía salir a buscar aquello que tanto anhelaba: la naturaleza.
A pesar de vivir con sus padres en una granja con grandes extensiones de terreno por las que poder perderse, correr, gritar... Nunca se encontraba totalmente libre, era un pájaro dentro de una gran jaula en la que podía volar, pero de la que no podía escapar.

Bajó las escaleras descalza y se quedó en la puerta parada mirando como las flores de los almendros habían comenzado a brotar. Parecía increíble como las estaciones se sucedían sin pausa. Con este pensamiento, subió apresuradamente a su habitación e hizo un macuto con un par de mudas. Después se dirigió a la cocina, buscó su cuenco y los palillos que le había regalado su abuela el día de su decimosexto cumpleaños. También cogió comida y agua suficientes como para dos días. Por último, se dirigió al establo, con una sonrisa y se despidió de sus padres sin más demora.

Tenía unas ganas terribles de comenzar su propia aventura. Había pensado ir hacia las montañas, en esa época del año todas las praderas que allí se extendían habrían empezado a cubrirse de millones de colores. No podía dejar pasar la oportunidad.
Pero sabía que su recuerdo no sería duradero, que debía compartir todo aquello, saber que alguien dejaba su huella en ella, sentirse parte del mundo y dejar su propia huella en él. Esto le recordó inmediatamente a su amigo Haru, quien siempre había conseguido hacerla reír en los momentos más difíciles de su vida, un rayo de luz clara en un día oscuro y lleno de neblina.

Bajó al pueblo a recogerle, él no se pudo negar a la aventura propuesta se unió a Yuuki en su camino.Una vez juntos y listos, subieron por el desfiladero hacia la montaña. Querían perderse juntos en la inmensidad del mundo que se abría ante ellos.

Ahora ambos sabían que sus huellas no se borrarían como ocurre en la tierra mojada, perdurarían dentro del otro hasta el fin de sus días.


http://www.youtube.com/watch?v=IyCRJmerW1Q

Glo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Sobre la vida...

Tengo que decir algo, pero parece que las palabras no surgen.
Solo los gestos pueden ayudarme a desenredar esta maraña de mi mente. Sólo una mirada sincera que sabe lo que debe observar.

Parece increíble como una misma frase, leída por dos personas diferentes evocan distintos momentos de nuestras vidas. Esa frase que una vez relacionada con una vivencia, no podrá tener nunca otro significado para uno mismo. Aunque cada persona la dote de su propia interpretación.

Las palabras sobre el papel no cambian, nosotros sí. Todos somos diferentes a lo largo de nuestra vida y al mismo tiempo somos los mismos. El cambio estancado.

A veces volvemos la vista hacia atrás y no reconocemos aquella persona que solíamos ser. La inocencia. No quiero perder esa infancia en el pasado, quiero que me coja de la mano y me acompañe mientras ando.

No quiero olvidar el pasado, pero tampoco quiero que él sea quién escriba mi presente. Que de él dependa en quién me estoy convirtiendo a cada minuto.

Quiero ser capaz de perdonar a todo el que me hizo daño, quedarme libre de culpa. Dejar de exigirme tanto. Disfrutar más, dejar que todo fluya.

La vida es como un río en el que el agua nunca deja de moverse. Constante, discontinua...


Glo.

martes, 14 de febrero de 2012

Placeres cotidianos

Despertarte, mirar el reloj y ver que aún quedan horas para levantarte.
Sentirte caliente dentro del edredón en invierno.
Leer en la cama.
El agua tibia recorriendo el cuerpo.
Sonreir ante el espejo.
Tomar té a la luz de la mañana.
Caminar por la calle sin prisa, conduciéndote hacia ninguna parte.
Imaginar historias de la gente que viaja contigo en transporte público.
El sol en la cara en un día frío.
Tener una profunda y larga conversación con los amigos.
Compartir nuestra vida.
Dedicarle una sonrisa a gente desconocida.
Volver a casa.
Descalzar tus pies tras un largo día.
Sentir el cálido suelo del hogar.
Cenar algo sabroso.
Lavarse los dientes.
Y soñar.

Glo.

domingo, 29 de enero de 2012

Entre Edredones

Algo le hacía cosquillas en los pies. Así que volvió a meterlos dentro de la cama para evitar que su perro siguiera lamiéndole. Se dio media vuelta e intentó volverse a dormir a pesar de que el sol ya asomaba por la ventana.
Ya no podía reconciliar el sueño, hacía tiempo que las noches se habían vuelto agitadas en su cabeza, algo que desconocía le inquietaba y no le dejaba descansar. Era agobiante, sentía que la monotonía y el desorden se apoderaban al mismo tiempo de su vida, sentía que todo lo que decía, sus relaciones, sus amigos, familiares... Se repetían sin poder evitarlo, sin tener nada mejor que decir que el silencio, una palabra muda que expresaba su vacío interno. Vacío.
Era un día como otro cualquiera y sin embargo, ese fue el instante en el que supo como se sentía, solo, aislado, sin tener nada que compartir con los demás, prescindible.
Se hizo un ovillo en la cama y dejó que su perro siguiera lamiéndole, al fin y al cabo, él era el único que parecía saber como se sentía, el único que estaba ahí y le daba su apoyo. Él era el único que, todavía, lo mantenía en contacto con la realidad.

Glo.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Irme

Bajo las sábanas todo parece teñido de neblina, pero cuando abro lo ojos descubro la despiadada claridad del día.
Desperezo todos los músculos de mi cuerpo que aún siguen dormitando. Estiro tendones, articulaciones...
No quiero salir al otro lado de la cama, la realidad comenzará a consumirme lentamente.
Me gustaría salir de puntillas y que ni siquiera el aire fuera capar de oír mis pasos. Huir lejos sin dejar ninguna estela olorosa que diera cuenta de mi rumbo.
Quiero volar y ver como los problemas se van haciendo cada vez más pequeños. Solo quiero volver a ser yo, sacar este monstruo de ira y frustración lejos de mi cuerpo.
Solo yo. Sin gritos, ni lágrimas.
Lejos, solo quiero estar lejos y no hacer más daño, no tener tanto veneno guardado en esta lengua bífida.
Solo quiero estar sola lejos de todo, al fin y al cabo hace tiempo que me siento así. Quizás algo mejoraría si pasara a estar en el plano físico.
Quiero irme, dejarme llevar. No preocuparme por las cadenas que me siguen atando a las preocupaciones.
Quiero volar y dejar de planear.


Glo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Quiero desaparecer

Mis pasos se dirigen firmes hacia ninguna parte, parecen parte de un automatismo que mi cuerpo ha ido desarrollando durante años.

Cada paso me produce más ansiedad, intriga, nervios... MIEDO. Ese tipo de congoja que te sobrecoge desde que te levantas hasta que te acuestas, y que incluso te persigue en sueños. Miedo a la soledad, a que esta situación se mantenga indefinida a lo largo del tiempo y que nada cambie. A la permanencia de ésta efímera vida, a que nunca avance aunque no pare de andar. Siendo este un camino en el que ninguna luz arroja esperanza.

Miedo al rechazo, a no saber lo que siento, a pensar que comienzo a ser un monstruo que no quiere sentir más dolor, ira, furia o rabia. No, no quiero sentir, no quiero crecer si para ello tengo que luchar contra todos los elementos.

Sé lo que no quiero, pero ni siquiera soy capaz de reconocer lo que me gusta. No puedo anhelar aquello que parece haberse borrado por completo, ya no recuerdo nada.
Nada excepto el dolor.


Glo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Instante

Me siento en el borde de la silla y balanceo mis pies.
Veo como el humo asciende en forma de volutas irrepetibles, únicas. El cigarrillo se consume mientras veo pasar las horas en compañía del sol.
Solo hay eso soledad. Clara soledad.
¿Acaso en este mundo una persona puede sentise tan sola y estar, al mismo tiempo, tan acompañada?
Mis pies se detienen al rozar con la punta de los dedos una hierba más larga, una ramita algo más áspera que sobresale de las demás... Parece que mi mundo se ha detenido en ese instante. Solo yo y la naturaleza sentida a mi alrededor. Solo nosotros en la inmensidad de una masa gigante.

Glo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Claridad nocturna

El viento que entra por la ventana parece la respiración de toda la urbe. Una ciudad que nunca descansa, que posee almas que vagan a todas horas entre las sombras.
Oigo el ritmo acompasado del oleaje, aunque en realidad éste se encuentre a cientos de kilómetros. Y es entonces cuando siento las cosas un instante antes de que ocurran, esa certeza de adivinar el siguiente minuto. Y la sorpresa no se anula sino que está acentuada por la premonición del instante.
A pesar de la presencia de farolas, estrellas y una luna, mi claridad no se debe a ellas, es más bien algo interno y recóndito en mi corazón, una llama de esperanza en los momentos de oscuridad y terror.
Siento que algo es diferente, sin especificar pero cambiante a cada instante. Se está haciendo paso y pretende salir a la luz, no quiere seguir más tiempo recluido.

Glo.

jueves, 7 de julio de 2011

Lo que no está escrito

Podemos estar solos, pero no nos gusta sentirnos solos.
Hace ya tiempo que una mujer de larga y brillante melena negra comenzó su búsqueda de compañía. Solo buscaba calor y algo de aprecio, una sonrisa dedicada únicamente a ella en lo que dura una nota musical suspendida en el aire.
Algo especial. Algo único, aunque no exclusivo. No quería cadenas, nada que la atase a un momento que fuera demasiado doloroso al recordarlo más tarde. Solo una noche de diversión, o un día, las horas no importaban.
Parecía que ya fijado su objetivo la suerte no la acompañaba. Comenzaba a impacientarse después de tanta espera. Quería que todo sucediese ya, ahora, en el momento presente. Qué él se presentase en mitad de la incertidumbre en su puerta. Solo, acompañado de su presencia.
Aquella hermosa mujer seguía soñando despierta. Sabía que aquello nunca sucedería, pero no iba a dejar de hacerlo por la estúpida realidad. Al menos cuando lo hacía no se sentía sola, podía sentirle a él.
Justo antes de perder toda esperanza, el timbre soñó.
Era él. Estaba mojado, fuera había tormenta. Los dos salieron a la calle. Empapados él la abrazó con fuerza y cuando sus cuerpos se estaban separando una sonrisa pícara apareció en ambos rostros. Se fundieron en un beso cálido y húmedo.
Entraron en casa.

Ella obtuvo lo que tanto tiempo añoró. Hubo risas, cosquillas y tiempo para todo lo que había imaginado. Pero lo que no tuvo en cuenta fue que después de aquello querría más, no se conformaría.
Por el momento, la cena estaba servida.


Quizás esta historia no sea real, una pincelada de romanticismo y magia en un mundo que parece perderla a cada minuto. Pero aunque el final sea ficticio, todos esperamos un final feliz. Un acabado perfecto para recordar con alegría.



Glo.

sábado, 18 de junio de 2011

Vida nocturna

Pensaba que había olvidado esta sensación, pero mi yo ha regresado.
Vuelvo a casa. Oigo conversaciones ajenas que no querrían ser escuchadas. Veo tacones desabrochados y pies descalzos. La embriaguez del alcohol y otras sustancias nos devuelven a la vida, nos demuestran su realidad.
En mi cabeza guardo historias que podrían ser y otras que jamás serán. Sentimientos que bajo efectos etílicos parecen más persistentes. Esas ganas de gritarle al mundo regresan.
Rimel corrido bajo las pestañas. Párpados caídos.
No tengo sueño. Ando bajo las farolas que iluminan la cuidad. La noche es cálida, aunque un suave viento acaricia los edificios madrileños.
Estoy sola en la calle y sin embargo me siento más acompañada que nunca. Es extraño como las sensaciones no se adecúan a las situaciones.
Sigo bajo la luz anaranjada que me alumbra el camino de vuelta, en él se cruzan sonrisas y palabras.
Ya he llegado. Introduzco la llave en la cerradura. Expongo mis experiencias más próximas sobre un papel virtual. Estoy tranquila, me empieza a embriagar el sopor. Pronto caeré en un profundo sueño. Dormiré plácidamente. Solo espero despertarme a tiempo para vivir muchas noches más.


Glo.

viernes, 3 de junio de 2011

Adrenalina

Noté todos los músculos tensos, las manos agarrotadas y los pies inertes. Sin embargo, la sangre palpitaba con gran frecuencia en todos mis miembros.
Si decidía darme por vencida caería. Nunca más podría volver a ver las caras amigas o la luz de la mañana.
Continué a pesar del dolor que sentía. No pude averiguar en ese momento si era físico o mental, o un simple recuerdo del daño que ya estaba hecho.
Moví la pierna derecha hacia arriba realizando un gran esfuerzo. Y conseguí ascender el muro realizando una acción tras otra.
Alcancé la llanura desde la que se divisaba todo el camino realizado durante años. Cada vez un poco más alta era la meta.
El trabajo y el dolor habían merecido la pena para llegar donde hoy me encuentro.
Es difícil no hacerse daño, arañarse o fracturarse huesos por elegir los caminos menos convenientes. Pero si no los hubiese descubierto, tal vez no sería la que soy hoy. Las heridas no curan todas a la misma velocidad, incluso hay algunas que siempre asoman su sombra en momentos inesperados. Son nuestros miedos a caernos, ese temor a no poder volver a escalar. La congoja potenciada por unos compañeros descuidados y traicioneros, que tiempo atrás no supieron apreciar la sincera compañía. Y que ahora solo son recuerdos, manchas borrosas que a veces se aparecen con asombrosa claridad y presteza.
Pero ésta no es la etapa final, quiero ascender por ésta vertiginosa montaña escarpada. Sola o acompañada de los que quieran hacer conmigo el camino hacia la inalcanzable cima.


Glo.

domingo, 22 de mayo de 2011

Alas

El brillo del sol en un intenso día primaveral, hace que los ojos se achinen intentando enfocar el camino por el que ando. Un incierto caminar hacia un futuro sin escribir, un pasado que nos persigue y un presente que rehuye.

Veo como una mariposa se detiene delicadamente sobre los pétalos de una rosa. Un color anaranjado en completa armonía con el rojo aterciopelado. Eleva sus alas de nuevo, emprende un suave vuelo, dejándose llevar por las corrientes de viento, guiada por su destino. Ahora soy ella. Las verdes hojas arbóreas mecidas por la brisa acarician mis alas en un suave contoneo. Entra en mí la dura realidad, solo quedan unas doce horas de vida, una cantidad finita de minutos en los que completar la experiencia. Una experiencia, que para algunos dura años sin alcanzar la plenitud de estar vivos. Hoy convenceré a todos mis sentidos que no importa el tiempo, solo la intensidad de los momentos más felices. En solitario o junto a otros semejantes.

Tras batir repetidamente las alas me poso en una de las mayores colonias de este campo. Son semejantes, diferentes. Hay colores inimaginables... Azules tormentosos, amarillos cálidos, rojos pasión, lilas aliviantes, verdes infinitos, negros profundos y blancos que recuerdan al nacimiento. Toda una gama de posibilidades abierta ante mi, insectos con las mismas costumbres. Diferentes procedencias, distintos destinos.

Revoloteo de aquí para allá en un intento de acercarme a hablar. Río con unos, lloro de la emoción con otros... Me estremezco con algunas de las historias de los más viejos, los que consiguieron alcanzar la plenitud en tan solo un día de vida. Nos viene determinado el tiempo, pero somos nosotros quienes decidimos como vivirlo. Siempre tenemos la elección, la oportunidad de guiar a nuestro destino.

Al final del día soy una de las más ancestrales mariposas, mientras unos nacen yo me encuentro en mi lecho de muerte. Un mullido conjunto de hojas verdes y pétalos florales. Rodeada de algunos que me acompañaron a lo largo de mi día como insecto.

Noto como la luz de la vida se apaga. Poco a poco. Sin dejar de hablar a los más jóvenes de lo que me sucedió a lo largo de veinticuatro horas. Intentado aportar algo para que su corta vida sea plena. Cada minuto un poco más felices, más sabios... Y con más capacidad para disfrutar sin hacer sufrir a los que les acompañen.

De pronto despierto. La fresca brisa susurra entre las ramas que el día acaba. El sol se esconde tras los montes. La hierba se vuelve un poco más oscura a cada minuto. He de irme a casa, todavía queda hacer la cena.

Sabiendo que hoy he vivido una nueva escena. Desde otra perspectiva, desde otra altura. Con un transcurrir del tiempo totalmente distinto.


Glo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Sin llamar.

Sin avisar se presenta la felicidad. Hoy han invadido mi memoria los buenos momentos de éste curso. Las nuevas amistades que se han forjado y las antiguas que perduran a pesar de los contratiempos.
Hoy me he sentido feliz recordando la tarde de mi cumpleaños entre risas. Las comidas de la universidad que, después de mucho molestarnos, nos han unido aún más. Las pocas tardes de primavera tiradas en el césped hablando y riendo (también echando pestes de los profesores) con un cerveza o tinto de verano en la mano. Y también las muchas tardes y noches de invierno, viendo películas o diciendo chorradas varias que he pasado en muy buena compañía.

En fin, que la alegría y la felicidad no llaman antes de poder pasar, sino que invaden nuestra vida. Y cuando vuelves la vista hacia atrás te das cuenta realmente de lo afortunada que eres.

Glo.

sábado, 7 de mayo de 2011

Nubes negras

Nublada, mi mente está nublada.
Nublada como el día que asoma por la ventana.
Negros recuerdos persiguen mi memoria.
Pensar no es una opción cuando la vida es transitoria.
¿Vivir? A caso este viaje no conduce a morir.
¿Morir? No sin antes haber disfrutado de un día como hoy:
NUBLADO.


Glo.